Hoy, casi 120 años después de su estreno en París, la Cía. de Teatro Mairami asume de nuevo el riesgo de volver a dar vida al eterno gascón, al poeta espadachín. Esta vez no habrá grandes decorados, ni suntuosos vestidos, ni un reparto cuantioso. Sólo unos jóvenes actores y actrices que pretenden contagiarles de su amor por el teatro. En definitiva, este es un texto que consigue emocionarnos desde el romanticismo, la belicosidad, la comedia y la tragedia, una fórmula infalible para el genio de la palabra, para el amante en la sombra, para el hombre de la gran nariz.
El 28 de diciembre de 1897, cientos de personas asisten al estreno de Cyrano de Bergerac en el
Teatro de la Porte- Saint-Martin de París, tablas sobre las que habían triunfado Víctor Hugo y
Alejandro Dumas. Esa noche se unieron la caricatura con el don de la palabra, la fealdad con la
belleza, dando como resultado una pieza que se ha convertido en el gran referente de la literatura
dramática francesa.
Edmond Rostand retomó en esta obra el espíritu del orgullo francés a través de un carismático héroe
tras la pérdida militar de Alsacia-Lorena en 1870, por lo que recibió la medalla de la Legión por
parte del Primer Ministro de la República.
El dramaturgo temía tanto al fracaso con esta obra que llegó a reunir a sus actores unos minutos
antes de la primera representación para pedirles perdón por haberles involucrado en una especie de
espectáculo tan arriesgado. Ya en el entreacto, el público aplaudía en pie y la obra finalizó con
veinte minutos de aplauso ininterrumpido.
Hoy, casi 120 años después de su estreno en París, la Cía. de Teatro Mairami asume de nuevo el
riesgo de volver a dar vida al eterno gascón, al poeta espadachín. Esta vez no habrá grandes
decorados, ni suntuosos vestidos, ni un reparto cuantioso. Sólo unos jóvenes actores y actrices que
pretenden contagiarles de su amor por el teatro. En definitiva, este es un texto que consigue
emocionarnos desde el romanticismo, la belicosidad, la comedia y la tragedia, una fórmula infalible
para el genio de la palabra, para el amante en la sombra, para el hombre de la grannariz.