LOS MITOS GRIEGOS NUNCA MUEREN

 

Una guerra que acabó la noche pasada... un cadáver destinado por decreto a no ser enterrado... dos hermanas ante sus destinos. Un tirano cegado por su obstinación... una tragedia a través del tiempo...    

 

La estirpe: Antígona e Ismene han nacido en la familia real de Tebas, marcada por un destino trágico del que parece imposible escapar. Una casa, la de los Labdácidas, azotada por una sucesión de asesinatos, destierros, suicidios... Hijas de Edipo, que sin saberlo había asesinado a su propio padre y desposado a su madre. De esta unión incestuosa nacieron Etéocles, Polinices, y ellas dos, sabedoras de esta genealogíaterrible.  

 

La muerte y la condena: los dos hermanos de las muchachas han sostenido una cruenta guerra por el trono de Tebas. En una de las Siete Puertas se cumple la maldición de Edipo: se enfrentan hermano con hermano y se dan muerte; sangre derramada que empapa la tierra. Creonte, hermano de la madre de Antígona e Ismene, toma el poder. Determina que aquel de los hermanos que murió por la ciudad sea enterrado con todos los honores. Y que el otro, “el que vino a incendiar los templos”, quede sin sepultura, como alimento para los perros y las aves de rapiña.

 

El desafío, las decisiones: para los griegos dejar a un muerto sin sepultura, sin los ritos que ordenaban las leyes antiguas, equivalía a que su alma vagara eternamente sin descanso. ¿Cómo dejar de lado el deber privado, aunque las leyes dictadas por los hombres así lo prescriban? ¿Cómo dejar de enterrar el cadáver del hermano, que se sabe pudriéndose a las puertas de la ciudad, aun a riesgo de exponer la propiavida?  

 

La tragedia: algunas almas siguen vagando por el mundo sin encontrar paz. Quizá se remueve Antígona ante cada muerto no enterrado, pasado y presente.