Patrimonio

Patrimonio

En las inmediaciones del casco histórico de la localidad de Alcalá del Río se encuentra el yacimiento de La Angorrilla. Contó en su día con dos tipos de uso: como poblado en época calcolítica y como necrópolis en época tartésica y romana.

Asentamiento Calcolítico

Se encuentra sobre una ligera elevación una antigua terraza sobre la margen derecha del río Guadalquivir que le proporciona protección por el Este y por el Sur. Mientras que al Oeste se inclina suavemente hacia el Arroyo del Barranco y un antiguo cauce colmatado. Su situación en un espacio de transición entre la Vega del Guadalquivir y Sierra Morena le dota de unas condiciones inmejorables para el hábitat humano.
De época calcolítica, Edad del Cobre, se han detectado unas 100 estructuras siliformes de tamaño variable excavadas en las margas y los depósitos de terraza
Los silos se concentraban en la zona central del asentamiento donde además era frecuente la intersección de dos o más de ellos, mientras que en la periferia estaban más aislados.

Se trata de un yacimiento que participa plenamente de las características que observamos en otros poblados no sólo de la zona, como pueda ser Valencina de la Concepción, sino de un amplio espectro geográfico que supera los límites de la región andaluza y que ofrecen como común denominador su ubicación en fértiles tierras sobre cursos fluviales y las estructuras siliformes, en bastantes ocasiones asociadas a zanjas y fondos, éstos interpretados como bases de cabañas. En la mayoría de los casos, estas estructuras, especialmente los silos, se solapan entre sí, en especial como consecuencia de la reocupación y/o reestructuración del asentamiento, y aparecen llenas de huesos-bóvidos, perros, restos óseos humanos, cenizas, artefactos líticos…

Necrópolis

La necrópolis se ubica fuera del asentamiento a unos 800 metros al suroeste de la población hallándose separada de la misma por una notable vaguada originada por el arrollo estacional Caganchas, que desembocaba en el Guadalquivir.
Se fecha a mediados del siglo VII antes de la era cristiana en cronologías relativas y en torno al siglo IX en cronologías absolutas.

Se han documentado enterramientos en fosa simple, mayoritariamente inhumaciones (56 tumbas), aunque también incineraciones primarias (10 tumbas tipo bustum) y secundarias (1 incineración en urna tipo cruz del negro).
Las fosas se orientan hacia la salida del sol, mostrando, por tanto, variantes en orientación magnética como consecuencia de la desviación del astro a lo largo de año, pero siempre dentro de la orientación básica Este-Oeste.
En lo que respecta a los ajuares, resultan variados dentro de una serie de elementos que suelen repetirse; así, son los objetos de uso y adorno personal los acompañamientos más comunes, entre estos destacan los denominados broches de cinturón, collares de cuentas, pendientes, etc. Además de conjuntos de marfil, platos y ofrendas de animales.

La muralla, declarada BIEN DE INTERÉS CULTURAL (BIC) y, por ende, con el mayor grado de protección, se asienta en la zona superior de los dos cabezos que conforman el primitivo núcleo urbano, presenta un perímetro aproximado de 1.500 m2 y su planta, de tendencia ovalada, encierra un espacio interior de 14 hectáreas. Su construcción, en torno al siglo I d. C., es un claro ejemplo de la romanización llevada a cabo en la Bética con la llegada de Augusto. Se trata de una muralla con una anchura máxima documentada de 1.20 m. y una altura que llega a superar los 8 m. Está construida a base de un durísimo opus coementicium.

Respecto a su trazado discurre por la Avenida de Andalucía), Altozano, Real de Castilla, Aurora Martel, Antonio Reverte y calle Sol, donde se ubica el CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA MURALLA ROMANA ILIPA MAGNA. Según las investigaciones, hasta esa ubicación parece que llegaba desde Burguillos un acueducto que abastecía de agua a la población. Así, continúa por Turpila y Pasaje Real; desde ahí, por el Alcázar y la calle Mesones. A lo largo de diversos tramos se conservan varias torres dispuestas a una distancia casi constante de unos 25 m. En definitiva, un monumento con un con un elevado valor histórico, paisajístico y patrimonial.

PEÑÓN DE LA REINA

En la Edad Media, con la llegada de los pobladores musulmanes, la Ilipa Magnaromana pasó a llamarse Qal’at Ragwal, se reutilizaron las viejas murallas y se construyó un recinto de menores dimensiones en el sector suroriental del perímetro fortificado, es decir en el cabezo sur del cerro. Este cabezo, era el de más fácil defensa, ya que se hallaba delimitado al este por el Guadalquivir, al oeste por el arroyo Caganchas y al norte por la vaguada urbana.

La ciudad recuperó su papel como punto de control estratégico del Guadalquivir, reutilizándose la cerca romana y construyendo una plaza fuerte en el extremo sur de la ciudad, aunque de este recinto se conoce únicamente el torreón llamado Peñón del Alcázar o Peñón de la Reina, conserva unos 3 m de alzado. En la actualidad el torreón se encuentra adosado al paseo de la calle Alcázar, estando su límite superior casi enrasado con el mismo, con el que forma un escalón de 30 cm.

Podríamos afirmar que durante el periodo medieval la ciudad debió contar, al menos, con dos recintos defensivos. Uno, el correspondiente a la cerca romana, que debió mantenerse en pie y en relativo buen estado a lo largo de este periodo y otro, el correspondiente al Alcázar. Desconocemos si además la ciudad poseyó otro recinto que delimitase al núcleo habitado y al que podría corresponder el basamento de la torre de la Iglesia Parroquial, aunque esta última hipótesis no ha sido, aún, contrastada por los estudios arqueológicos.

La actual ciudad de Alcalá del Río, la antigua Ilipa Magna de los romanos, fue fundada en el primer milenio antes de cristo, en el periodo de las colonizaciones fenicias. Durante el periodo romano la ciudad adquiere su máximo esplendor. Esta importancia la reflejaron historiadores de la antigüedad como Estrabón o Ptolomeo quién la denominó Magna, con la intención de resaltarla frente a otras ciudades.

Roma trajo aparejada la construcción del foro, puerto, acuñación propia de moneda…, sin embargo, el testimonio monumental más importante que nos ha llegado a nosotros es la muralla. Su construcción, en torno al siglo I d. C, es un claro ejemplo de la romanización llevada a cabo en la Bética con la llegada de Augusto. La muralla se levantó rodeando la elevación sobre la que se fundó la ciudad, aprovechando las condiciones topográficas del terreno para potenciar sus defensas, a la que contribuyó el hallarse flanqueada a un lado por el Guadalquivir y al otro por el arroyo Casanchas.

Su planta de tendencia ovalada y 1.500 m de perímetro delimitó un amplio recinto de 14 ha. Los lienzos de más de 8 m de altitud quedaron flanqueados por fuertes torres. Al interior, una serie de estribos garantizaban la estabilidad de la estructura. Con esta obra Ilipa fue fuertemente fortificada, quedando garantizado el control de este punto del Betis, tan importante para el desarrollo económico y comercial no sólo de Alcalá, si no del Bajo Guadalquivir.

Situado en la Calle Sol, el Centro de Interpretación de la Muralla Ilipa Magna es un espacio museístico para disfrute de la muralla romana alcalareña y, por extensión de todo nuestro patrimonio, por parte de todos los vecinos, visitantes, profesionales, etc. Así, ahora Alcalá del Río cuenta con un Centro donde conocer esta muralla, catalogada como BIEN DE INTERÉS CULTURAL (BIC) en su máximo esplendor. El Centro es visitable (individual o en grupos) previa inscripción en la Casa de la Cultura o a través del teléfono 955650939.

La iglesia parroquial de Santa María de la Asunción de Alcalá del Río es uno de los edificios mudéjares más interesantes de toda la provincia, edificado a principios del siglo XIV y en el XV.

La iglesia, de tres naves, tuvo en origen cuatro tramos, ampliándose a seis en el siglo XVIII. En sus fachadas poseyó pórticos mudéjares realizados en ladrillo, con arcos apuntados y de medio punto enmarcados por alfices. Los pórticos de las fachadas laterales fueron macizados, creándose diversas dependencias, y el pórtico de los pies se destruiría en la ampliación antes apuntada.

La torre, que se asienta sobre una construcción defensiva romana, está construida en ladrillo, es de planta cuadrada y tiene cuatro pisos que se marcan al exterior con listeles, el primero se cubre con bóveda de crucería y los superiores con bóvedas vaídas. Los vanos del campanario poseen arcos peraltados con alfiz y está rematado por merlones escalonados de perfil curvo, adquiriendo una fuerte impronta mudejárica.

La nave central de la iglesia se cubre con armadura de par y nudillo, rehecha tras el terremoto de 1755. La sección de sus pilares es cruciforme y los arcos apuntados, con sencillos cavetos como impostas. El presbiterio es posiblemente la parte más antigua del edificio, de altura inferior a la nave central, y se adosa a la construcción romana que sirve de asiento a la torre. Posee cabecera poligonal cubriéndose con dos tramos de bóveda de crucería cuyos nervios se apean en ménsulas, decoradas con cabezas humanas, que por su diseño ponen de manifiesto la antigüedad de esta construcción, que podría datarse incluso a finales del siglo XIII.

En la cabecera de la nave de este mismo lado abre una capilla cubierta con bóveda estrellada, construida en el siglo XV, desde la que se accede a la sacristía, construida en el siglo XVIII.

En su interior destacan las esculturas de la titular de la parroquia, Nuestra Señora de la Asunción, tallada por Duque Cornejo a principios del siglo XVIII y el Cristo del Buen Fin, de Roque Balduque, de mediados del siglo XVI, del mismo autor y fecha es el altar de Santa Ana. El retablo de la Concepción fue ejecutado por Hernando de Esturmio y la imagen de Jesús Nazareno por Francisco Antonio Gijón, en el año 1672. En los pies de la nave central se encuentra el coro, de mediados del siglo XVII, y junto a él un órgano barroco del siglo XVIII.

Ubicación

La Real Ermita de San Gregorio de Alcalá del Río se halla ubicada en la Plaza de su mismo nombre, en un ensanchamiento de la calle Coronel García-Baquero, frente a la intersección con la calle Manuel Zambrano.

Historia del edificio

Finales del siglo XV. Edificio de estilo mudéjar, de una sola nave, con bóveda vaída en la cabecera, mandado erigir por los Reyes Católicos, quienes lo dataron de privilegios, según consta por real cédula otorgada en Salamanca en 1486.

Guarda en su interior el túmulo con inscripción visigoda conteniendo los venerables restos del Santo Confesor Gregorio de Osset, que floreció en el siglo VI, autor de un tratado, hoy perdido, defendiendo el dogma de la Santísima Trinidad frente a la herejía arriana.

Aparte de otras antigüedades, como un cipo romano del siglo II d.C. dedicado a Dasumia Turpila, hay que destacar en su interior la magnífica pintura mural de hacia 1500, representando a San Gregorio Magno, que responde al estilo de los llamados "Primitivos sevillanos".

En el muro de la nave situado a la izquierda se abren dos capillas, una de la Hdad. de la Vera-Cruz y otra de la Hdad. de la Soledad donde estas hermandades rinden culto a las sagradas imágenes de sus amadísimos titulares.

Desde la antigüedad, contaba Alcalá del Río con un vado (más arriba de donde actualmente se levanta la presa) por donde el reflujo de la marea permitía atravesar de una orilla a otra “a pie enjuto”. Desde la Edad Media y hasta el siglo XIX, contó también Alcalá del Río, para realizar el pasaje de éste, con una barca, propiedad del concejo municipal de Sevilla. A principios del siglo XX existió en esta localidad un puente de madera sobre barcas. También dispuso Alcalá del Río de tres barcas-puente que estuvieron en uso hasta la edificación del puente de la presa.

El puente de la presa de Alcalá del Río es un elemento más de un amplio conjunto que comprende: presa de embalse con compuertas, central hidroeléctrica, puente de maniobras sobre pilares, puente de carretera y esclusa. El conjunto formaba parte de un plan concebido por el ingeniero civil Carlos Mendoza Sáez de Argandoña, el cual maduraba desde hacía tiempo la arriesgada empresa de hacer navegable el Guadalquivir desde Sevilla hasta Córdoba. El proyecto comprendía la construcción de once saltos de agua entre Córdoba y Sevilla. En uno de los lados de las presas iría una central eléctrica; en el otro, una esclusa, que permitiría a los barcos salvar el desnivel entre dos tramos consecutivos de agua. El primer escalón era la presa de Alcalá del Río, una presa de compuertas metálicas móviles, con un salto máximo de 8 metros y una potencia de 7600 kwa.

En el verano de 1928 comenzaron las obras bajo la dirección del ingeniero Antonio del Águila y la supervisión directa de Carlos Mendoza Fue la primera presa hidráulica de compuertas que se realizó en España, auténtica vanguardia de su época.

La misión de la presa es la de producir un desnivel en el cauce del río con la finalidad de acumular un potencial energético que, a su vez, mueva unas turbinas acopladas a dos alternadores AEG generadores de energía eléctrica, cada uno de ellos con una potencia de 3800 kwa., que se origina en los alternadores a la tensión de 6000 voltios, acoplados a la red de Sevillana de Electricidad. Estas operaciones se realizan en una subestación anexa a la Central, la cual entró en servicio en 1931. Desde un puente de maniobras conectado a la Central se pueden accionar las compuertas mediante gruesas cadenas. El puente de carretera, que fue en su momento modelo para este tipo de construcciones, se inauguró en 1937.

El diseño arquitectónica tanto de la presa, como el de la central, fue obra del arquitecto madrileño Casto Fernández Shaw, que al unir el racionalismo funcional con un peculiar historicismo, consiguió dar a la obra cierto aire de fortaleza medieval, bien perceptible tanto en el edificio de la central, con sus contrafuertes, su torreón y sus paramentos, con azulejería de color azul en su parte superior que le confiere un aspecto almenado, y monumental puerta de entrada con arco de medio punto, como en la llamada torre de cubaje, próxima a los jardines. Complemento a la Central hidroeléctrica son las casas que se construyeron en la banda izquierda del río, para el personal técnico de aquella, con jardines, de los que destaca especialmente el principal, diseñados por Javier de Winthuysen.

En 1931 la Sociedad Canalización y Fuerzas del Guadalquivir encarga a Javier de Winthuysen el ajardinamiento del conjunto de la Central Hidroeléctrica. El proyecto comprendía: los jardines que rodeaban la Central, un jardín provisional, un jardín principal, además de jardines, huertas y frutales para las casas de los trabajadores y, al otro lado de la carretera, un jardín a base de arbolado.

El Jardín Principal, testigo de este proyecto, muestra una planta cuatripartita, inscrita en un rectángulo. Destaca el estanque, en el centro un pedestal con inscripciones conmemorativas, coronado por un ancla romana encontrada en el río. Rodeándolo, un mosaico de guijarros, inspirado en la Historia de Ilipa Magna (Alcalá del Río).

Las hermosas piezas cerámicas que adornan los bancos, canalillos, y piletas -resaltando la del salón de los cipreses- las realiza la Fábrica de Cerámica de Manuel García Montalván, en Triana. Diversas zonas de plantaciones se distribuyen por el jardín formando macizos y arriates en trazados geométricos, con plantas de flor como buganvillas y rosales en su interior, o árboles frutales, acacias, palmeras, cedros, árboles exóticos, etc. enmarcados siempre por setos de romero, arrayán, boj y tuyas. Pájaros de hermosos colores y melodiosos cantos pueblan las copas de los árboles en primavera.

Javier de Winthuysen da por finalizado el proyecto en 1934.

Actualmente, cuenta con una superficie aproximada de 3.062 m2. El conjunto ambiental que crea con las construcciones lo convierte en un valioso Jardín Histórico, parte de un notable paisaje industrial. A través de un convenio de cesión de la Fundación Sevillana-Endesa, el jardín pasa a propiedad municipal, restaurándose a través de un Taller de Empleo que siguió en lo posible el planteamiento original de Winthuysen.